martes, marzo 17, 2009

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Mi pecho reposa tranquilamente sobre una almohada, paso las hojas. Una luz de atardecer mezclada con la luz amarilla de mi cuarto le da un aspecto místico… Las cortinas verdes y naranjas se balancean de forma suave a ratos y en cambio en otros de forma brusca haciendo que éstas se encojan sobre sí mismas, moviéndose alborotadas… el aire entra a través de ellas de forma intermitente. Una brisa fría que hace que mis hombros desnudos se estremezcan cuando el aire entra en contacto con mi piel cálida.

Tumbada sobre la cama, rodeada de teorías absurdas acerca de la vida, la esencia y la metafísica se puede comprobar por primera vez en mucho tiempo lo que es la tranquilidad. Sentirse en armonía con todo lo que me rodea y…descubrir que hay una nueva forma de hacer el trabajo desagradable.

Ojalá cada segundo pudiera durar eternamente y el tiempo pudiera detenerse en el momento exacto en el que mis hombros se relajaban al contacto de la brisa mientras estaba tirada en la cama disfrutando de la nueva luz.




Es tan difícil como respirar queroseno y tan fácil como absorber oxígeno dentro del agua. En verdad el mundo es tan complicado…

1 comentario:

Sofía Riesco dijo...

Lo siento mucho Laura, de verdad.
Si me permites explicartelo:
1. Pensaba borrar esa entrada hoy mismo, la escribí en un momento de bajón.
2-Sé que me lo tomo todo muy a la tremenda, suelo hacerlo con la mayoría de las cosas, y si no me lo dicen no me doy cuenta.
3-Si no he hablado contigo ha sido porque no sabía qué decirte, no es que esté enfadada ni nada, en serio, ya sé que hiciste todo lo posible y para nada es culpa tuya ni lo pienso.
Siento haber estado así de verdad, porque eres muy importante para mí, de verdad.